viernes, 5 de abril de 2013

Janusz


 Como Janusz nació de madrugada no tardamos mucho en irnos a dormir.
El parto fue rápido y antes de darme cuenta ya lo tenia enrollado como una oruguita a mi lado.
"Qué suerte" pensé, "haber tenido un bebé sano". Me sentía tan agradecida de que mi gran miedo no se hubiera cumplido que di gracias a Dios (en el que no creo). Y no sé por qué lo hice. Yo ya sabía que Dios no existe y que, si existe, es sólo para clavártela doblada. A las pruebas me remito.

Su cara era tan pequeñita que apenas había espacio para besarle pero me acerqué y le di el primer beso. Estaba arrugadito,olía bien y parecía de terciopelo. Le prometí, aunque parezca sacado de una mala peli americana, que le iba a querer y cuidar con toda mi alma toda mi vida. Lo que no sabía era hasta qué punto iba a ser eso cierto.
 

Yo siempre había querido tener hijos pero no era una obsesión. Si no fuera porque a las mujeres se nos pasa el arroz (y uno no puede tener vidas paralelas) hubiera esperado más tiempo y viajado más pero cuando mi hermana tuvo a su primer hijo me di cuenta de que mi vida de viajera iba a tener que frenar un poco si quería ser mamá.
  Me fui a Australia por eso, un último gran viaje para saciar mis ansias de explorar y mi necesidad de escapar de la rutina. Un año para reflexionar , para centrarme en mí y en lo que es importante,cosa que resulta mucho más fácil cuando estás lejos y Australia está muuuuuyyyy lejos. Crees que sabes lo que te hace feliz pero no lo sabes hasta que te vas. Nuestra mente nos engaña constantemente.
  Ese año fuera me hizo mucho bien, dejé todas las tristezas ,de las que muy poco a poco me había ido desprendiendo, a un lado definitivamente. Mi alma recobró la fuerza que había perdido. Me sentía como cuando era una niña . Justo antes de irme vino mi madre a Berlín y le comenté que sentía que yo antes era fuerte y alegre y que ahora cuando miraba a atrás era como si yo hubiera dejado de ser yo, como si la Yvonne de antes y la de ahora no fueran la misma persona. Me dijo que esa fuerza y esa alegría estaban en mí y que iban a volver en cuanto estuviera mejor. Fue justo lo que sucedió. Recuperé mi energía de la infancia y volví a España renovada.
Al poco me quedé embarazada, siempre desconfío de las alegrías fáciles así que no me alegré demasiado por si la cosa iba mal.
Al tercer mes tuve mi primera visita con la matrona. Pasó el ultrasonidos para escuchar el corazón y ya empecé con el miedo de que no le latiera. Lo encontró fácil y a mí se me escapó una sonrisa de pura felicidad que reprimí porque me daba vergüenza.
  No tuve problemas en el embarazo, siempre que iba a la matrona a la hora de oír los latidos me venía el mismo temor....ya verás como no le late...pero le latía. En las ecografías el temor era "ya verás como no se mueve"pero se movía. Cuando le hicieron la ecografía en 3D le inspeccioné la cara con atención por si tenía alguna malformación o algún rasgo característico de algún síndrome pero era guapet y perfectito así que poco a poco ,llegados casi al final del embarazo, empecé a ilusionarme ya que, al fin y al cabo, la cosa iba bien.
 
  El último mes me obligaron a dejar de trabajar porque al hacer las mediciones de perímetro craneal les salía un bebé pequeño pero todo entraba dentro de la normalidad y los monitores de los últimos días eran "de manual" según me dijeron.
Los sábados en el club de ocio de Aprosdeco me volvía a la mente la posibilidad de que Jan tuviese algo, de sobra sé que muchas veces no se sabe hasta pasado un tiempo y que hay cosas que son inevitables. Bromeaba y decía que si no estaba bien, los sábados vendríamos juntos al club. Lo pensaba siempre pero sólo a veces sentía lo que decía y era como si me extirparan la médula espinal desde la base del cráneo, esa sensación sólo duraba un instante porque sólo podía imaginarlo un instante y teniendo una hermana con hidrocefalia no iba a tener ahora también un hijo con alguna discapacidad!!!
    Sólo faltaba el parto, la última posibilidad de que algo fuera mal, y ya podría respirar y , por fin , alegrarme. Todo fue bien y Jan nació sin sufrir falta de oxígeno o cualquier otra complicación pero yo no acababa de alegrarme. Ahora el miedo era la muerte súbita pero pasaron los meses y Jan iba creciendo y haciéndose más fuerte de modo que a los 3 meses me di cuenta de que ya no tenía miedo y que era feliz como nunca antes. Tenía una energía que me desbordaba. La gente me decía- Aprofita ara que passa rapid, disfruta-t´ho . No sabia yo bien lo rápido que pasaría. Ese mismo mes en la visita de control al pediatra vieron que la cabeza apenas le estaba creciendo,en la ecografía había sospecha de atrofia cortical y el TAC ya no dejó lugar a dudas. Hipoplasia bilateral de los lóbulos frontales.

1 comentario:

  1. Lourdes, y yo, como padre de DIANA y tuyo, os decimos a los padres de Janusz, y a él, lo mismo que su primo Adam "que os queremos mucho". Yo digo que tengo más sentimientos que sentidos. Todos están orientados hacia la colaboración en la paternidad que tendremos que coordinar. Es hora de aprovechar la paciencia, la fortaleza y la capacidad de entregarlo todo, incluido el tiempo de vida que me quede, por una esperanza, la vida y la felicidad de alguien lleno de ella, y que nos la hace renacer día a día. Diana fue para mi una vida sin esperanza. La espera que me queda es que se cumpla mi esperanza.

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